Este verano ha sido distinto. Y no por los destinos, ni por las fotos que guardaré en mi carrete, ni siquiera por los días de sol, baños y sobremesas. Ha sido distinto porque, por primera vez en veinte años, no volvería de vacaciones para coger un micrófono y recorrer las calles en busca de historias. Este septiembre no huele a reportaje ni a directo, tiene aroma a cambio.
Desde hace unos meses trabajo como Account Executive en vLex, una legaltech que está revolucionando el mundo jurídico con una de las inteligencias artificiales generativas más avanzadas del sector. Y aunque el salto ha sido grande —de la televisión al mundo legal—, también ha resultado profundamente revelador.
Este verano, lejos de la cámara y más cerca de mí misma, aprendí tres cosas que quiero compartir. Porque a veces, las mejores lecciones no llegan en forma de titulares, sino de silencios.
1. La resiliencia es clave para la transformación
Durante años pensé que ser resiliente era aguantar: sostener el peso de los días difíciles, de los “no” y de los cambios inesperados. Pero este verano entendí que la resiliencia no es solo resistir, también es transformarse. Es permitir que lo vivido te moldee sin romperte.
He aceptado que ya no soy la periodista que corría a contrarreloj —micro en mano— en busca de testimonios, sino una profesional que acompaña a abogados, juristas, instituciones y empresas en su transformación digital.

Cambiar de sector no ha sido sencillo. Ha habido vértigo, dudas y esa vocecita que te pregunta si abandonaste tu vocación. Pero también ha habido descubrimiento, aprendizaje y una nueva forma de comunicar: contar las historias de quienes están transformando el mundo legal con tecnología.
2. Las oportunidades no siempre llegan de donde esperas
Hace un año me habría parecido imposible estar trabajando en una empresa tecnológica, rodeada de ingenieros, abogados y desarrolladores. Pero la vida presenta oportunidades de formas inesperadas: a veces disfrazadas de incertidumbre, otras de casualidad, casi siempre de reto.
Asumo esta nueva etapa con ilusión, con respeto por todo lo aprendido y con la responsabilidad de formar parte de un sector que crece a pasos agigantados. No vengo del mundo legal, pero sí de contar historias, escuchar con atención y construir relaciones sólidas. Y ese bagaje me impulsa a sumar y aprender.
Este verano, mientras caminaba junto al mar y dejaba que la brisa despeinara las ideas, pensé en todas las veces que dije “no” por miedo. Y entendí que este “sí” a vLex ha sido uno de los más valientes. Porque abrir la puerta a lo desconocido es la mejor forma de acceder a lo posible.
3. La intuición es la brújula que nunca falla
Este verano aprendí a escucharme más que nunca: bajando el ruido externo y amplificando mi voz interna. Esa voz que no grita, pero insiste, y que suele saber antes que tú lo que necesitas. Seguir la intuición no es irracional, es profundamente sabio.

Fue mi intuición la que me dijo que era hora de cerrar una etapa, la que me impulsó a explorar nuevos caminos, y la que hoy me guía en cada propuesta, cada reunión y cada paso de esta nueva aventura. Me da seguridad y confianza, porque cuando confías en ti, el mundo empieza a confiar también.
Este verano me regaló algo más: tiempo. Tiempo para descansar sin despertador, para comer sin prisa, para disfrutar del mar junto a mi familia y dejar que el silencio hablara. Han sido semanas de introspección, de pausa, de reconexión. Momentos que me devolvieron a lo esencial y me recordaron quién soy cuando dejo de “hacer” y simplemente soy.
He vuelto al trabajo con la piel salada, el corazón lleno y la mente abierta. Vuelvo con ganas de crecer, de aportar y de seguir aprendiendo. Pero, sobre todo, con la certeza de que los cambios no nos quitan identidad: la amplían.
Gracias a quienes me acompañáis en este viaje, a quienes me leéis, escribís e inspiráis. Gracias a vLex por creer en mí, mirar más allá de mi trayectoria en medios y confiar en que soy la persona adecuada para atender a sus grandes cuentas en Andalucía y Canarias. Y gracias a este verano, que me mostró que a veces, para avanzar, hay que parar.
Nos seguimos viendo en este nuevo capítulo. Con menos micrófono, pero con la misma voz.

